miércoles, 18 de noviembre de 2009

piel como la de un árbol joven

así que me siento aquí, solita, un rato. se me antoja un cigarro. lo prendo, pero luego casi tengo que forzarme a darle la cuarta fumada –soy incapaz, literalmente, INCAPAZ, de terminarme un cigarro sola– así que adiós. qué mala costumbre, fumar acompañada. acompañada por gente que no está aquí, ni piensa volver pronto.

tal vez necesite uno o dos nuevos amigos. o tal vez no.

estoy en la habitación casi vacía que antes ocupaba mi hermana. la extraño. de todos modos, sé que estaremos mejor, que nos servirá la distancia (suele ocurrirnos eso). en realidad, más que otra cosa, lo que siento es emoción porque está estrenando espacios nuevos y experiencias nuevas. y porque espero que luego las comparta conmigo, y podamos reírnos juntas muchas veces en el futuro.

la extraño.

quiero contarle cosas. hace mucho que eso no me pasaba.

tener ganas de contar algo.

y es que siempre he sido una indiscreta respecto a mis asuntos, pero en los últimos dos o tres años casi no he querido hablar con nadie. he estado ocupada. con el amor. uno perfecto (sí, perfecto. de imperfecciones perfectas, pues). reconcentradísima. y feliz.

aunque dejé el cigarro ahí, en el cenicero, no se consumió como en los libros o las películas. se apagó nomás. quedó casi completo.

pues sí: estoy pensando en él. si se enterara, sonreiría. tierno. me lo repetiría otra vez: “I told you... you're getting it all wrong... it IS about love” (aunque no lo diría así, como lo escribo, sino con su acento sanvicentino al que no tuve oportunidad de acostumbrarme). y yo sonreiría, y no le creería nada... hasta después, cuando él ya había volado de regreso, entendí. estaba segura de que sería imposible extrañar a alguien que no conozco. que conozco así. de tan poco. estoy segura (no lo extraño; es otra cosa).

“love is pain”, decía el tatuaje que cruzaba su espalda casi de un hombro al otro. (es como desear que se hubiera quedado un día más, para olerlo más tiempo, saborearlo más tiempo, gozarlo más tiempo; tantas cosas).

love is black, pienso yo. yo, que nunca había sentido lo que sentí (y sonrío).

me dijo “sorry” (en inglés porque es anglófono, nomás) mientras (se agachaba, jajaja, y) trataba de hundir la cara en mis cabellos (¡tan cortos, justo ahora!), con el tono derretidor más suave que he escuchado. como un suspiro, tan cálido.

y yo sonrío y me erizo al recordarlo.

(ojos. palmas. cuello. dientes. boca. espalda. piel como la de un árbol joven.)

y luego regreso (a la realidad) al caos de este hogar en proceso de reorganización, y pienso que ya nos falta menos de un mes de clases y que luego vendrá la tesis y más trabajo y tal vez alguna mudanza, y deseo que superemos la resaca provocada por ese par de abrazos que ya se han roto y por las desveladas y las cosas en las que nos estamos estrenando y que ella y yo podamos ir a San Vicente el próximo año (o no, mientras sigamos sonriendo).



[aquí iría una foto de nuestras (de Youthi y mías) manos pero, como estaban ocupadas, no la tomamos]

2 thousand drops of rain:

Sigo siendo Yo, a secas dijo...

espero que sigas sonriendo; tú sola por tu parte y, luego, también con ella. de los erizos no hay nada que decir que no se sepa o se imagine ya: es un placer leerte, y más lo que cuentas, jeje.

a San Vicente... o tal vez no; seguirán sonriendo.

Lienzo dijo...

me recuerdas a una amiga, suenas como ella, suenas a ella en medio de todas sus cajas de mudanza... no, en realidad no suenas así, será que la añoranza siempre trae parecidos.

Me gusto mucho el texto, un gran saludo!

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